Servir, o más comúnmente, tirar bien una cerveza es un arte no fácil de alcanzar, que sólo conseguiremos después de una cierta práctica y siendo fieles al «catecismo» que regula su servicio.
Si bien hay unas normas generales que sirven para todas las cervezas, no es menos cierto que dependiendo del estilo de la misma y del recipiente en que se conserva, las pautas a seguir, para obtener un servicio perfecto de nuestra bebida, varían ligeramente.
En principio hay una gran diferencia entre servir cerveza de barril, por medio de grifo, y cerveza embotellada.
La primera norma de oro que debemos tener presente es que la grasa y los olores son enemigos irreconciliables de la cerveza y que debemos evitar a toda costa.
Ello supone que el vaso, jarra o copa en el que vamos a decantar nuestra cerveza debe estar absolutamente limpio, especialmente de grasa, ya que esta evita la formación de espuma.
La segunda norma es muy controvertida, pues hay dos escuelas opuestas que defienden justamente lo contrario.
Mientras unos opinan que se debe refrescar el vaso con agua fría antes de escanciar la cerveza en él, otros consideran que el recipiente receptor debe estar absolutamente seco.
Los primeros aducen que con ello se consigue que la cerveza no se caliente pronto, pues al enfriar por este medio el vaso, el intercambio de temperatura entre continente y contenido es mínimo.
Los segundos alegan que con esta práctica se aminora la formación del burbujeo, pues la humedad en las paredes del vaso «atrapa» el carbónico, de modo que la cerveza nos resultará menos espumosa y con menos gasificación.
¿Quién lleva razón? ¿Existe alguna otra solución?
Razón llevan, cada una en lo que le corresponde, ambas partes. Otra solución no se ha encontrado. Se ha recurrido a conservar los vasos, copas y jarras en frigoríficos; pero es peor el remedio que la enfermedad (sobre todo si se trata de un congelador), pues el frio de estos recipientes es húmedo, de modo que estamos en las mismas.
Nosotros entendemos que lo mejor es una solución intermedia: refrescar los vasos sólo cuando sea necesario; es decir, cuando el vaso esté excesivamente caliente, en relación con la temperatura de la cerveza que vayamos a tomar.
En caso contrario, es preferible servir con el vaso seco.
La tercera norma a seguir es la de tener la cerveza a la temperatura adecuada.
En este sentido es preciso tener en cuenta el estilo de que se trate y, también, las costumbres y climatología de la zona en que estemos.
Por lo general, en España, es preciso bajar un poco más la temperatura de casi todas las cervezas. Con un ejemplo se entenderá fácilmente: cuando un fabricante inglés recomienda tomar su producto a temperatura ambiente, se estará refiriendo aproximadamente a unos 11º C, que es la media habitual de temperatura en su país.
En España la media sobrepasa los 18º C, por lo que se comprende que esa cerveza inglesa en España no debemos tomarla a temperatura ambiente.
También, claro está, influirá nuestro gusto personal; no obstante, aconsejamos no distanciarse demasiado de lo propuesto por los expertos y conocedores, pues es cierto que en nuestro país tendemos a tomar la cerveza demasiado fría, y en algunos estilos esto dificulta una buena apreciación de la cualidades de la bebida.
Llegamos al tema más complejo del servicio de la cerveza, el hecho de «tirarla».
Sin duda lo más difícil de todo el proceso y lo que requiere de cierta práctica hasta que lo hagamos bien. Nos referiremos hoy al servicio de las lager, más o menos fieles al estilo Pilsen, por ser las más habituales y las que más se consumen en verano.
Una Pilsen de botella se debe tirar de tres golpes, siguiendo los siguientes pasos:
Primero:
Inclinamos la copa (o vaso de lager) como unos 45º y acercamos la botella hacia el borde inferior del recipiente, dejando caer la cerveza sobre la pared lateral y entonces separamos la botella elevándola hacia arriba, de modo que llenamos más o menos la mitad del recipiente (que debe tener una capacidad ligeramente superior a la de la botella que estemos utilizando).
Segundo:
Después de un ligero tiempo de reposo, inclinamos la copa menos que antes, como a unos 80º, y volcamos el líquido con la boca de la botella próxima al borde del vaso, separándola poco a poco (es más fácil bajar la copa que elevar lo botella), hasta que la espuma alcance el borde.
Tercero:
Con el recipiente en posición vertical, terminamos de verter el líquido (tras un pequeño reposo), de modo que la espume sobrepase el borde ligeramente, como un dedo, más o menos.Si la espuma es muy cremosa el copete que se forme será anguloso en los bordes, si no, tenderá a ser más redondeado.
El resultado final debe presentar una cerveza con «cuentas» de burbujeo y con una cabeza de espuma de al menos tres centímetros, que naturalmente irá desvaneciéndose.
Una Pilsen de barril según un experto de la casa Stella Artois se echa así:
El primer paso es lavar la copa con detergente sin aroma, enjuagarla con agua y sacudirla para secar. Luego, verificar la transparencia del cristal al trasluz.
Otra condición sine qua es descartar las primeras gotas de cerveza para que no caigan en la copa. Además, la canilla nunca debe tocar el vaso.
«El resto de cerveza que queda en el conducto de una tirada anterior podría alterar la calidad del producto».
La posición de la copa es otro factor importante. Hay que sostener el vaso o la jarra en un ángulo de 45 grados respecto a la canilla. Así se obtiene una relación perfecta entre espuma y líquido.
Otro detalle es el cierre del grifo, que debe ser hecho con un movimiento rápido, al mismo tiempo que se retira la copa para evitar que ingresen más gotas. No sufra por el chorrito de cerveza que se desperdicia, vale la pena.
La espuma es, sin duda, un punto clave. No se asuste, pero la gente de Stella Artois sugiere cortarla a cuchillo sin filo (si no tiene, use el de la cocina con delicadeza) con un ángulo de 45 grados. También es importante lograr una espuma de tres centímetros de alto
El último detalle es la presentación. Nada de vasos que chorrean espuma.
Quien también aconseja servirlo sobre un posavasos.
Si se usa una copa, no es mala idea envolver la base con una servilleta.